Seth Godin es un gurú del marketing y, como no, éste, es un libro de marketing… trata de una idea básica acerca de cómo comercializar cualquier producto o servicio y que no es otra que DESTACAR, ser extraordinario hasta tal punto que la gente hable de tí, sea transmisora de tu producto o servicio.

Si tú eres una vaca normal y corriente nadie pensará en tí, nadie hablará de tí, etc. Pero si eres una vaca púrpura todo el mundo hablará de tí y te recordará… cuando piensen en una vaca se acordarán de tí (y si tu producto o servicio es bueno lo comprarán).

IDEAS CLAVE del libro

Las ideas que se difunden ganan

Yo llamo a las ideas que se difunden ideavirus.

Hay que diseñar el producto para que sea digno de propagarse como un virus

Si vale la pena hablar de un servicio, la gente habla de él.

Los transmisores de ideas

La verdadera victoria llega cuando la persona que recibe el mensaje es un transmisor con predisposición a contárselo a sus amigos y colegas.

Encontrar y seducir a esos transmisores es el paso fundamental para crear un ideavirus.

Los transmisores influyentes, la gente con problemas por resolver, sólo estarán abiertos a escuchar su historia cuando sea realmente extraordinaria. En cualquier otro caso, usted es invisible.

Selecciona a tus clientes

Hay que diferenciar a los clientes. Encontrar el grupo que genera más beneficios, hallar el grupo con más propensión a transmitir, descubrir cómo desarrollar, hacer publicidad y compensar a cada grupo e ignorar al resto. Sus anuncios (y sus productos) no deberían dirigirse a la masa, sino que deberían satisfacer a los clientes que usted elegiría si pudiera elegir a sus clientes.

Dirígete a los Transmisores

Ya no se puede alcanzar a todo el mundo de una sola vez. Y si no se capta la atención y el entusiasmo de los transmisores, el producto falla.

Lleva su tiempo convencer a los transmisores, que tardan lo suyo en llegar al resto de la población.

Analiza toda la información relativa a tu producto o servicio

Las empresas que analizan rápidamente optimizarán sus ofertas y las harán más dignas de un virus.

Analizar significa admitir lo que está mal para poder arreglarlo.

Ser «bueno» no es suficiente

Lo contrario de extraordinario …es «muy bueno». Las ideas extraordinarias tienen más posibilidades de difusión que las ideas que no lo son. Poca gente posee la valentía de hacer cosas extraordinarias. ¿Por qué? Creo que es porque creen que lo contrario de extraordinario es «malo», «mediocre» o «mal hecho». Por eso, si hacen algo muy bueno, lo confunden con algo digno del virus. Pero ésta no es una buena reflexión sobre la calidad.

Si uno viaja con una compañía aérea y llega a su destino sano y salvo, no se lo cuenta a nadie, porque eso es lo esperado. Lo extraordinario es que el viaje sea horrible hasta extremos surrealistas o el servicio sea tan inesperadamente bueno que necesite contárselo a alguien («¡Llegamos con una hora de antelación!» «¡Me reembolsaron el billete porque soy guapa!» «¡Sirvieron crêpes suzette flambeadas en primera!»).

Sea extraordinario

¿Cómo puede modificar su producto o servicio para que aparezca en un show televisivo nocturno o en una parodia de una revista comercial de su sector?

¿Tiene las direcciones de correo electrónico de veinte personas de su base de clientes que estén encantadas con lo que hace? Si no, consígalas. Si las tiene, ¿qué podría hacer por esos clientes que fuera muy especial?

El verdadero crecimiento llega con productos que molestan, ofenden, no gustan, son demasiado caros o demasiado baratos, demasiado pesados, demasiado complicados, demasiado simples… demasiado algo (para algunas personas, para otros son perfectos).

¿De donde viene lo extraordinario? A menudo viene de personas apasionadas que hacen algo para ellas mismas. La tabla de snow Burton, el fondo de inversiones mutuas Vanguard, el iPod de Apple y el Learjet son todos obra de gente apasionada.

Extraordinario no siempre significa cambiar la máquina más grande de la fábrica. Puede ser la forma en que contesta al teléfono o lanza una nueva marca o tal vez es el precio que pone a una versión revisada de su software.

Sea una VACA PÚRPURA

En un mercado atestado donde encajar es fracasar, no destacar es lo mismo que ser invisible. Jon Spoelstra

Así que parece que nos enfrentamos a dos elecciones: ser invisibles, anónimos, no recibir críticas y estar seguros o correr el riesgo de la grandeza, ser únicos y ser la Vaca.

¿Al intentar crear una vaca púrpura, cometerá algunos errores en su carrera y le criticarán por no estar preparado, por ser descuidado o por no pensar? Claro. Pero estos errores no tienen nada que ver con los altibajos que experimentará como resultado de estar asociado a la Vaca Púrpura. Cuando lance una porquería al mercado, la crítica del fracaso será real, pero no irá dirigida a usted, sino a la idea. Todos los grandes artistas, dramaturgos, diseñadores, compositores, directores de arte, autores y grandes cocineros han sufrido fracasos importantes. Es lo que da grandeza a sus obras de éxito.

Cómo crear una Vaca Púrpura

¿Cómo puede predecir qué ideas van a salir mal y cuáles le garantizan que valdrá la pena el esfuerzo que supone lanzarlas? La respuesta es sencilla: no puede.

Bueno, si fuera fácil convertirse en una estrella del rock, todo el mundo lo haría. No puede saber si su Vaca Púrpura funcionará.

Nunca sabrá si es lo bastante extraordinaria o demasiado arriesgada. Ésa es la clave. Es el hecho de no poder predecir el resultado lo que hace que funcione. La lección es sencilla: lo aburrido conduce al fracaso.

Conviene repetir la lección de la Vaca: la seguridad es un riesgo.

A cambio de correr el riesgo –del fracaso, del ridículo o de los sueños no cumplidos–, el creador de la Vaca obtiene una gran recompensa cuando acierta.

Puedes comprar el libro en Amazon o La Casa del libro, entre otros sitios.

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