Liudmila Petrushévskaya es «la literata viva más célebre de Rusia, pero lo que me impone es su personalidad» dice el periodista que la entrevista para la Vanguardia.

 

 

En un momento de la entrevista, casi hacia el final, el periodista le pregunta acerca de su obra literaria:

¿Qué busca contar con sus textos?

– Cuento lo que me dictan

¿Quién le dicta?

– Quien haya por ahí, Dios, el universo… me siento frente al papel en blanco, espero, escribo una frase… y luego viene todo lo demás. Ya le digo, escribo al dictado.

Qué bien.

– Durante años a mi hijo le costaba dormir porque percibía que por la noche cuando me sentaba a escribir, empezaban en casa cosas interesantes… Y hoy dirige una revista que se titula ¡No durmáis!, ja, ja…

¿No le asombra que le pase esto?

– No. Es como en la escuela: el que dicta va dictando a todos los alumnos. Y yo escribo mi dictado, y usted escribe el suyo.

…. (continúa la entrevista con otros temas)

 

¿Por qué pongo este fragmento? Porque tiene que ver con lo que explica Elisabeth Gilbert en el vídeo de más abajo y que me pareció interesantísimo y, quizás, ¿útil? Creo que sí, estoy empezando a comprobarlo jeje…

 

Escrito por el periodista que la entrevistó:
Es la literata viva más célebre de Rusia, pero lo que me impone es su personalidad Avisa que no posará para la foto, que no mirará a cámara. Se sienta y Jordi Play, mi fotógrafo, intenta desplazar la mesa, pero ella vuelve a acercársela. «Media hora», sentencia, seca, cansada. Empiezo, y antes le susurro a Play: «Tómalo como un reto, a ver qué te sale». Ella empieza a hablar en ruso, sin mirarme… y me asombro al oír al intérprete: antes de preguntarle, está explicando lo que pensaba preguntarle. Todo. Un poco bruja o maga sí es.

Fuente: La Contra de la Vanguardia (28 May 2015)

 

Te invito a relacionarlo con lo explicado por Elisabeth Gilbert en su conferencia de Ted titulada «El genio de la Creatividad»:

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